"Y, sobre todo, leíamos, leíamos todo lo que nos caía en las manos. Sacábamos libros de todas las bibliotecas públicas y, unos a otros, nos dejábamos prestados los hallazgos que conseguíamos encontrar. Pero la mejor academia, el lugar donde mejor se informaba uno de todas las novedades, era el café".
«El mundo de ayer. Memorias de un europeo». Stefan Zweig.
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jueves, 29 de enero de 2015

EL VIAJE DE LOS ARGONAUTAS. Apolonio de Rodas

"Tras invocarte al comienzo, Febo, voy a rememorar las hazañas de los héroes de antiguo linaje , los que más allá de la entrada del mar Negro y del paso de las Rocas Cianeas, por mandato del rey Pelias, en pos del vellocino de oro, impulsaron su nave, la bien ceñida Argo".

Así empieza a contarnos Apolonio de Rodas una de las principales y más bellas leyendas de la antigua Grecia, equiparable en importancia a la Iliada y a la Odisea; si bien, como poema épico heroico, se la considera la tercera en valor literario. Cronológicamente también es la tercera, pues entre esta y las obras homéricas nombradas, hay una distancia en el tiempo de cinco siglos; esto es, el poema fue compuesto hacia mediados del siglo III antes de Cristo. Apolonio compuso, pero sobre todo compiló, ya que el mito de los Argonautas es más antiguo que la Iliada y la Odisea. En la Odisea, Homero ya lo menciona: "la nave Argo que cruzo la alta mar, celebrada por todos"; y comenta Carlos García Gual en su espléndida introducción: "Pero los antiguos cantares sobre ésta se perdieron, y la leyenda, tan famosa en el mundo antiguo como los viajes de Ulises o la guerra de Troya, nos ha llegado en los versos de un poeta helenístico, a pesar de una larga tradición de muchos siglos". Así, gracias al alejandrino Apolonio de Rodas, disponemos de una versión completa de la leyenda, a la que tituló "Argonautiká".
Además de la belleza del mito, reforzada por la épica que supo intuir y modelar Apolonio, me atrae sobremanera el hecho de que en él confluyen otros dos mitos fundamentales griegos: el vellocino de oro, y la historia de Jasón y Medea, cuyo final no aparece aquí; para saber de él, afortunadamente contamos con la tragedia de Eurípides. Los Argonautas, un selecto grupo de héroes (un auténtico "dream team" de la época) venidos de toda Grecia, para ayudar a Jasón a recuperar para la ciudad de Yolcos y su rey Pelias, el vellocino de oro. Entre ellos está el poderoso Heracles; Péleo, que es el padre de Odiseo; Telamón, padre de Ayax; Tifis, el gran timonel; Polideuces, boxeador famoso en toda la Hélade...y así hasta hacer un total de cincuenta y seis, todos ellos grandes guerreros y cada uno con su especialidad y habilidades características; las cuales, de forma muy evidente no fueron debidamente aprovechadas por Apolonio para darle más brillo y encanto aun al poema. He disfrutado de la belleza de la leyenda, de la riqueza temática y la variedad de situaciones y oponentes de los Argonautas; los distintos pueblos del Mediterráneo que aparecen, etc; pero he de decir que en algunos tramos, esta obra de Apolonio de Rodas se me ha hecho un tanto pesada. No tiene, en mi opinión, la naturalidad y el frescor de las obras homéricas, las cuales arrancan de un origen y tradición esencialmente "orales". "Argonautiká" pertenece ya a una nueva forma de narrar; más próxima a la estructura novelesca; o dicho de otra manera, digamos que se queda en un medio camino entre la tradición homérica y lo que hoy en día denominamos "novela". Pero no obstante, y como ya escribí antes, la belleza de la leyenda y la composición de Apolonio es grande.Con su lectura, nos sumergimos en el vasto y maravilloso cosmos de las leyendas tradicionales griegas; nos ponemos en contacto con toda su simbología, fuente inagotable de inspiración; esto es demasiado extenso para tratarlo aquí, pero en este caso me gustaría destacar lo siguiente: la navegación, inexorable sello identitario de los antiguos griegos; el tema del "regreso" del héroe al hogar, concepto que a mi siempre me ha parecido fascinante; los diversos pueblos que van conociendo los Argonautas por todo el Mediterráneo, resaltando lo griego frente a lo "bárbaro"; y como no, ¡los dioses!, no nos olvidemos de los dioses, que ya sabéis como las gastan con quienes los desairan. ¡Oh Zeus!

Apolonio de Rodas

Un saludo desde este lado del Mediterráneo.